sábado, 6 de febrero de 2016

The Breakfast Club (1985)

Ninguna nominación al Oscar.

John Hughes mediante una comedia adolescente hace una crítica, muy a su estilo, a la sociedad. Lejos de presentarnos una historia enlatada y comercial, nos demuestra cómo piensa el ser humano, las etiquetas que nos ponemos los unos a los otros, la vida adolescente y la hipocresía que se respira en cada calle, en cada aula, en cada casa, en cada lugar donde habite un ser humano.

El ser humano por naturaleza juzga al otro, lo encasilla en una palabra, sin importar sus otras cualidades y defectos que tiene. Muchas veces somos vistos de acuerdo del ojo de quien nos ven, si ellos quieren resaltar algunas cualidades o defectos, somos eso, nada más que eso, no tenemos opción a ser vistos de otra forma. Siempre seremos juzgados y por más cosas buenas que tengas, siempre seremos vistos de forma negativa.

The breakfast club ha trascendido frente a otras películas debido al impacto que ocasiona al espectador, es imposible no quedarse indiferente luego de haber presenciado tremenda obra maestra, es imposible no reflexionar lo que eramos, lo que somos y lo que queremos ser, es imposible no pensar sobre nuestros prejuicios y el de los demás. 

La película nos introduce a cinco personajes muy diferentes: el deportista Andy Clark (Emilio Estevez), el cerebrito Brian Johnson (Anthony Michael Hall), el criminal John Bender (Judd Nelson), la superficial Claire Standish (Molly Ringwald) y la bizarra Allison Reynolds (Ally Sheedy). Todos ellos han sido castigados en el colegio y obligados a permanecer un sábado ahí para reflexionar lo que son. En el transcurso del día descubrirán por qué han sido castigados y se darán cuenta que ellos mismos se ven de la manera que son vistos por los demás, ellos mismos se han encasillado en una sola definición, por fin se dan cuenta que son más que una palabra, que junto a ese defecto, también tienen virtudes y verán que son mucho más de lo que ellos creían. 

Otro punto que destacar de la película es que no tiene un final feliz ni trágico, si no uno abierto, con infinidades de interpretaciones, como la vida misma. Sin duda, una película imprescindible para cualquier cinéfilo y recomendable para todo el mundo.

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