viernes, 26 de febrero de 2016

3-Iron (2004)

Ninguna nominación al Oscar.

Muchas veces el silencio significa más que un “perdón”, un “te quiero”, un “te odio” y muchas palabras más que se pierden en el aire. Kim Ki-duk nos sumerge en una historia original, en un excelente exponente del realismo mágico, que parte de una idea simple pero que a nadie se le ha ocurrido y es que en todo el tiempo de mi vida que me he dedicado a ver películas, nunca he visto algo así, algo tan sublime y placentero, algo tan profundo que llena de paz. 

Mentiría si dijera que pude escuchar palabra alguna entre la pareja protagonista. Mentiría también si dijera que no fui cómplice de un amor tan puro, de la compañía de dos almas gemelas. Mentiría si dijera que no me conmovió aquella historia. Mentiría también si dijera que no me sentí identificado con los dos, que no compartí su soledad, que no me dio esperanzas de ver un mundo tranquilo.

El director confesó que había observado afiches pegados en la puerta de muchas casas y estos permanecían ahí durante días, llegó a la conclusión que estas casas están deshabitadas. Así se le ocurrió la idea, de un chico –el cual nunca revelan su nombre– que realiza este ejercicio y habita casas durante algunos días, sin robar nada, tal vez utilizando la comida, pero lavándole la ropa que encontraba y reparando artefactos como arrepentimiento. 

Cuando el protagonista entra a la casa de una chica golpeada y estos se ven, rápidamente estos entienden que son almas gemelas, que ambos se encuentran solos en este mundo. Nunca supimos de donde provenía el protagonista, pero escuchamos que tenía estudios universitarios y estaba limpio en lo “legal”. Lo que sí fue fácil de percibir es que la chica golpeada era casada. Ambos deciden escapar de sus vidas y continuar con idilio inefable.

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