jueves, 21 de enero de 2016

The Neverending Story (1984)

Ninguna nominación al Oscar.

Un clásico del cine familiar. Lo mágico y sorprendente es que puede agradar tanto a niños como a adultos. Es el resultado de una perfecta mezcla de aventura con ficción, como leí por ahí, parece Indiana Jones pero en un mundo mágico como el país de las maravillas. 

Wolfgang Petersen se basó en la novela de Michael Ende y dirigió la película de una manera inmejorable, haciendo posible lo imposible, siendo capaz de transportar al espectador a un mundo fantástico y acompañar al pequeño Atreyu a esa aventura sin igual. 

Bastian (Barret Oliver) es un niño soñador que odia la realidad. Una vez encuentra un libro mágico el cual lo lleva a una aventura impensada, acompaña tácitamente al valiente Atreyu (Noah Hathaway) a salvar la provincia de Fantasía de ser arrasado por la nada. En el camino conoce a los seres más caricaturescos y agradables, en especial el gran dragón blanco. Al final descubre que él es el único capaz de salvar a Fantasía y que lo que leía no era un simple cuento, si no, de una u otra manera también era real. 

Algo curioso en la película es que cuando el valiente Atreyu miraba a las enfinges (dos figuras al estilo egipcio que era una combinación de una mujer con un animal) con sumo miedo y asombro, las tetas de estas figuras eran imponentes y abarcaban la mitad de la pantalla. Es probable que para un niño inocente pase inadvertido, pero para un adulto es todo lo contrario.

Concluyo con esta frase: "Se puede estar convencido de querer algo -quizá durante años-, si se sabe que el deseo es irrealizable. Pero si de pronto se encuentra uno ante la posibilidad de que ese deseo se convierta en realidad, solo se desea una cosa: no haberlo deseado."

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