5 nominaciones al Oscar.
Antes que nada está de más decir que Audrey Hepburn y Shirley MacLaine son mis actrices favoritas de la década de los 60, no solo porque fueron jodidamente atractivas si no también por la calidad de sus performances. William Wyler tuvo la brillante oportunidad de juntarlas y dirigirlas en una película, sin duda, hizo un excelente trabajo.
Nunca había visto un drama tan poderoso, tan potente, tan único como este. Abordan el tema de la homosexualidad de una manera tan sincera y tan convincente. En esos tiempos no había mayor pecado que ser homosexual, ¿acaso ellos tienen la culpa de sentir lo que sienten?
Martha (Shirley MacLaine) y Karen (Audrey Hepburn) perdieron sus trabajos y sus sueños por una calumnia, por una vil mentira de una niña, por una mentira que en el fondo había un poco de verdad. Increíble el grado de maldad de la niña que mintió y llevó a las protagonistas al más temible infierno, ¿acaso la maldad es innata?, después de ver la actuación de Karen Balkin (Mary Tilford) me atrevería a decir que sí.
Shirley MacLaine estuvo notable en su actuación, es imposible no conmoverse con su sufrimiento. Luego que la calumnia hubiera arruinado las vidas de las protagonistas, ella se da cuenta que en el fondo sí sentía celos del Dr. Joe Cardin (James Garner), que siempre amó a Karen, que no la quería compartir. Martha no tenía la culpa de estar enamorada de Karen, ¿pero quien no podría enamorarse de Audrey Hepburn?
Me quedo con la escena cuando Martha increpa a Mrs. Lily Mortar (Miriam Hopkins) por no haberla ayudado, por no haber declaro a favor suyo, por haberse ausentado en los momentos más difíciles; la bota de su casa y le dice que la odia, que siempre la odió. Nunca podré olvidar aquel dialogo: "Dios te castigará"... "Veo que lo está haciendo muy bien".
El desenlace es inevitable y trágico, bello y triste a la vez, imposible de causar indiferencia, imposible de predecir un final así. Maravilloso.
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