Ninguna nominación al Oscar.
Cine independiente en estado puro. Richard Linklater retrata la sociedad norteamericana de la década de los 90 de un modo realista y con toques de humor. Podemos apreciar como los jóvenes, o gran parte de ellos, estaban obsesionados con los cambios que pasaban en su país y alrededor del mundo, como creían ciegamente en lo que la prensa escrita o la tv les decía. Los cambios no solo fueron políticos y económicos si no también sociales, recién conocían el concepto de la globalización. Por otro lado, los viejos estaban traumados por las guerras que vivieron en sus épocas mozas y ya mayores les contaban todo tipo de historias a los jóvenes y estos por más increíbles que fueran, se las creían.
Aquí no hay banda sonora ni protagonistas (cada personaje salía a lo mucho 5 minutos y luego la cámara enfocaba a otro grupo diferente y así...) ni guión tampoco, todo fluyó de lo más natural posible, sin forzar finales bonitos o trágicos. Aquí lo que importa es el fondo no la forma. No recomendable para adictos del cine comercial.
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