lunes, 28 de marzo de 2016

Phase IV (1974)

Ninguna nominación al Oscar.

Saul Bass alejándose de sus trabajos como diseñador gráfico de muchas películas de culto, con su único largometraje como director –en su haber cuenta con dos mediometrajes que son Why man creates y Quest– nos deleita con grandilocuencia, perfección y soberbia gracias a una de las mejores películas de Ciencia Ficción de todos los tiempos: Phase IV.

Si alguien se aventura a leer la sinopsis antes de ver la película, pensaría rápidamente que se trata de la más vulgar Serie B, donde las hormigas se hacen gigantes y controlan el mundo, pero no, es todo lo contrario, es una obra maestra incomparable.

El mérito del director es que desde el inicio logra robarse la atención del espectador, gracias a una introducción de aquellas, advirtiendo al espectador del fenómeno que origina todo lo que va a suceder posteriormente. Las explicaciones que dan a lo largo de la película hacen que el guión sea creíble. Nunca la película se vuelve incoherente ni estúpida, mientras más pasa el tiempo nos sumergimos en una suerte de incertidumbre. El final de la película es abierto y tiene muchas interpretaciones.

Debido a un extraño fenómeno cósmico, las hormigas logran desarrollarse como seres tan o más inteligentes que los seres humanos. Estos atacan a todos sus depredadores, logrando espantar a las familias que viven en su hábitat. Un biólogo y un matemático deciden investigar el problema. No tardarán en darse cuenta que ellos han pasado a ser los investigados. Comprendiendo como se sienten las ratas de laboratorio, miles de interrogantes pasarán por sus mentes.

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