lunes, 14 de marzo de 2016

El lado oscuro del corazón (1992)

Ninguna nominación al Oscar.

Esta película es tan mágica que de odiar a Mario Benedetti por ver sus frases publicadas en imágenes o comentarios en muchas cuentas de Facebook de gente que sabe cero de poesía y se llenan la boca y dedos de pose, desde este momento, después de haber visto El lado oscuro de sus ojos, me declaro un nuevo admirador de su poesía. 

Y amigos, cultos lectores, debo mencionar que un buen tiempo amé y me entregué al mundo de la literatura y aunque no era mucho de escribir poesía, solía escribir cuentos y novelas cortas. Y fue otro arte, fue el cine el que me brindó la oportunidad de reencontrarme con la literatura. Fue Eliseo Subiela el responsable de introducirme a Benedetti en estado puro y hacerme cambiar de opinión. Fue Darío Grandinetti en el papel de su vida, fue Oliverio, fue aquel personaje, fue aquel poeta que me hizo recordar a mí, y no lo digo por enamorarse de una puta, lo digo porque con verlo me sentí reflejado, vi a un tipo inmaduro, con pretensiones de intelectual, un tipo solitario, con muchos sueños y con un pesimismo de la vida al mismo tiempo.

Esta joya del cine latinoamericano está reservada solo para aquellos que se dejen llevar, aquellos que no tengan miedo de volar, aquellos que no se toman todo muy literal y entienden lo que significa el surrealismo, aquellos que por un momento se permitan a sí mismos ingresar a la vida de un poeta que sobrevive intercambiando versos por monedas y comida, que vive y conversa con la muerte, que habla con su madre fallecida a través de una vaca, que se enamora de una prostituta, que busca a la mujer de su sueño, aquella que comparta su afición literaria, aquella persona que asiste al mimo bar en donde el mismo Mario Benedetti recita sus poemas en alemán a las prostitutas, aquel mundo imaginario, real y mágico.

Me despido con este poema: “Mi táctica es mirarte, aprender como sos, quererte como sos. Mi táctica es hablarte y escucharte, construir con palabras un puente indestructible; mi táctica es quedarme en tu recuerdo, no sé cómo ni sé con qué pretexto, pero quedarme en vos; mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos. Mi estrategia es en cambio más profunda y más simple, mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites".

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