viernes, 18 de marzo de 2016

Blow-Up (1966)

2 nominaciones al Oscar.

Película de culto. Esta película no es para cualquiera, no culparía al que abandone el visionado a los veinte minutos, hasta podría entenderlo. La primera parte fue jodidamente lenta pero quizá necesaria. Mentiría si dijera eso, no hacía falta tanta presentación del personaje principal por parte del director al público.

Cuando la película se aleja por un momento del frívolo mundo de la moda, por fin toma cuerpo y se sumerge en un misterio inusual que me recordó mucho a Rear Window de Hitchcock, ya que en el momento menos esperado, el personaje principal descubre un crimen.

Aunque esté basado en el relato de Julio Cortazar, titulado Las Babas del Diablo, la película es muy diferente al relato. Y eso no lo digo yo, ya que no he leído nada de dicho escritor, ni siquiera Rayuela, sino porque el mismo Michelangelo Antonioni, director de la película, confesó eso. El personaje principal en realidad está inspirado a un fotógrafo llamado Sergio Larraín.

Thomas (David Hemmings), es un fotógrafo del rubro de la moda. Un día por encargo decide fotografiar cosas diferentes, desde cosas violentas hasta lo cotidiano de la vida. Caminando en el parque junto a su cámara, observa una pareja cualquiera que pasa un buen momento. Al fotografiarlos, observa que el tipo era un hombre mayor y la mujer era muy joven. Ella al darse cuenta lo increpa y le pide que le entregue su cámara, que le iba a pagar a cambio, este no accede, pero luego que ella lo persigue e ingresa a su estudio, en un juego de seducción intercambian risas por el rollo. No sé si era un duplicado o era el original, pero Thomas logra revelar algunas fotos, luego de verlas detenidamente descubre un homicidio.

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