martes, 8 de marzo de 2016

Black Swan (2010)

5 nominaciones
1 Oscar: Mejor actriz (Natalie Portman)

Black Swan es sin duda la mejor película de thriller psicológico del nuevo milenio y es que como siempre Darren Aronofsky hace de lo simple algo tan jodidamente complejo pero bello a la vez. Es cierto que la primera parte es un poco lenta pero el ritmo es necesario para introducirte a Nina, la protagonista, conocer su personalidad introvertida y su obsesión por la perfección. Ya cuando el director nos bombardea con imágenes llenas de surrealismo y locura, el espectador se da cuenta que no está viendo cualquier cosa, que esto no es solo una película de ballet, por fin se da cuenta que está ante una obra maestra, sin igual.

El reparto estuvo inmejorable: Natalie Portman, en el papel de su vida, se adentró en su personaje, sorprendiendo no solo al espectador si no a la crítica especializada en cine. Su cambio de cisne blanco a cisne negro fue espectacular. Por otro lado, me sorprendió ver a Mila Kunis (Lily) en este tipo de películas, realmente estuvo irreconocible, me agradó que por un momento se alejó de papeles absurdos y mierderos y demuestre su talento, debo confesar que no lo hizo para nada mal. Para terminar, mención honrosa a Vincent Cassel (Thomas) y Winona Ryder (Beth). 

Estimado culto lector, si aún no ha visto esta genialidad le recomiendo saltar este párrafo. Para los que no entendieron por qué le salían plumas en las espaldas a Nina y en una escena se observa que sus dedos de los pies estaban pegados como si fuera un ave, eso simboliza que ya estaba perfeccionándose y se estaba convirtiendo en el personaje: un cisne. Las escenas en que Lily acecha a Nina y como ella dice la ve en todos lados, simbolizan el miedo que sentía Nina por ser reemplazada, el miedo por la actriz suplente. La escena en que se da cuenta que nunca había peleado con Lily y que tenía una herida en su vientre, es su modo de demostrar que estaba metida en el personaje: que se suicidó porque el personaje lo hacía y así terminaba la obra. Su obsesión por la perfección era tanta que no le importó morir, que todo estaba justificado para hacer un performance realista y natural, algo que nunca antes había podido conseguir: a pesar de ser muy técnica en sus movimientos, carecía de pasión.

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