martes, 22 de septiembre de 2015

Pink Flamingos (1972)


Ninguna nominación al Oscar. 

Apaguen la luz y cierren todo. Pensé que lo había visto todo pero luego de ver esta mierda solo me queda aplaudir. John Waters nos traslada a un mundo alterno donde la perversión, lo grotesco, lo insano, lo inmoral y políticamente incorrecto cobra vida en los personajes más enfermizos que se haya podido imaginar. Es perfecto en lograr su cometido. Al final de la película vemos un making of the video, donde el director muestra algunas escenas eliminadas, que de seguro no hubieran redondeado el objetivo. 

La concha su madre, ahora es necesario hacer un pequeño spoiler. Amigos, cultos lectores, avisados están. El personaje principal es Divine, es el ser humano más repugnante que se haya visto y ella está orgullosa por el título. Es jodidamente fea, parece un travesti gordo mal vestido y maquillado, grotesca. Vive con su mamá Edie (Edith Massey), su hijo Crackers (Danny Mills) y Cotton (Mary Vivian Pearce). Edie es una gorda como su hija, que para sentada en un cuna y es adicta a los huevos. Crackers es un vago que es adicto al sexo, en la escena que se folla a la espia, Cookie (Cookie Muller), en pleno "mete y saca" mata a una gallina. Cotton es una chica que no es familiar de Divine pero es como especie de amante de Crackers, es voyeur. Por otro lado, hay una pareja que odian a Divine porque piensan que ellos son más repugnantes que ella ya que ellos raptan mujeres para encerrarlas, hacen que su chofer las violen para que al final vendan los niños a parejas de mujeres lesvianas, se tiñen el cabello de colores extravagantes. Ellos son Raymond Marble (David Lochary) y Connie Marble (Mink Stole).

Todas, pero todas las escenas son repulsivas, podría mencionar el sexo oral de madre a hijo (Divine a Crackers), la fiesta de Divine donde sale un tipo mostrando el ano, el sexo entre Crackers y Cookie y el pollo, cuando Divine se come la mierda de perro, puta madre, no puedo seguir, fue demasiada asquerosidad para mis ojos. Todas esas escenas fueron posibles gracias a actuaciones de lujo.

Concluyo con esta cita: "Y yo también te quiero más que a nada que pudieras imaginar, más que al color de mi pelo, más que el sonido de los bebes al llorar, más que al sonido de los perros al morir, incluso más que pensar en mi propio pecado original. Soy tuyo, Connie, unidos eternamente a través de un núcleo invisible de suciedad finamente tejida, que incluso Dios mismo nunca podría romper".

No hay comentarios:

Publicar un comentario