miércoles, 3 de mayo de 2017

Tras el cristal (1987)

Ninguna nominacion al Oscar.

El director aprovechándose de la evocación de uno de los momentos más imperdonables y deleznables de la humanidad: el nazismo, nos regala una obra tan cruda y vomitiva, una enfermiza película no apta para cualquier persona, no solo por su ritmo sumamente lento sino también por sus escenas de tortura que son capaces de herir la susceptibilidad de hasta el más valiente. Esta película es un excelente ejemplo que la realidad puede superar a la ficción: los innumerables monstruos, fantasmas y slasher son un juego de niños comparados con la maldad humana. 

Esta nada esperanzadora obra no solo trata sobre las torturas y experimentos de los nazis en contra de civiles inocentes, en muchos de los casos niños, si no que toma la idea como partida de un excelente análisis del comportamiento humano: el trauma que puede hacer que la víctima añore con todo corazón tener el papel de victimario y repetir todo lo vivido, creando una cadena cíclica interminable, cual aprendiz de maldad y futuro maestro. Un infierno contado en algunas veces con la voz en off de Angelo (David Stuts), cual conjunto de versos de la más hermosa y malévola poesía jamás creada.

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