domingo, 3 de abril de 2016

Kiss Me Deadly (1955)

Ninguna nominación al Oscar.

Indiscutiblemente uno de los mejores films de cine negro y es que la mujer fatal bastó para aparecer diez minutos para mandar al abismo el mundo del protagonista. Robert Aldrich nos mantiene en un thriller increíble de principio a fin, gracias a un buen ritmo y un secreto indescifrable, con una gran interrogante y muchas interpretaciones. 

Mike Hammer (Ralph Meeker) no era un santo tampoco, no era el héroe, era un farsante, un detective astuto que hacía que su secretaria se encame con los esposos de las mujeres que fueron investigadas para chantajearlos a los dos. Alimentado por la ambición y la intriga de saber por qué mataron a aquella mujer que se subió por casualidad a su auto, decidió resolver el misterio. Sabía que había algo grande detrás de todo eso, ¿dinero?, ¿piedras preciosas? Cualquier persona diría que fue un tonto en meterse en problemas que no eran suyos, pero desde la vez que permitió subir a aquella rubia, su vida era cuestión de segundos para extinguirse, no había lugar para silencios u olvidos, su destino era morir. 

Si la asociamos con otras películas del mismo género, en donde el protagonista se gana problemas estúpidamente por la culpa de una mujer y un objeto misterioso, podría venir un nombre rápidamente a nuestra mente: The Maltese Falcon. Esto sería injusto, malcriado, hasta quizá un sacrilegio. Kiss me deadly es abismalmente superior a la ya mencionada, en todo, desde el argumento hasta los personajes –sí, lo siento Bogart pero es la verdad-. Además este objeto si era misterioso, no como el halcón maltés que desde el inicio se supo que contenía todo tipo de piedras preciosas. 

Muchos recordarán las palabras de aquel hombre que dijo que el baúl podría ser que contenga la cabeza de Medusa o que sea el baúl de Pandora donde al abrirlo saldrán expulsados miles de demonios. Particularmente creo que aquel baúl contenía una bomba nuclear, al remontarnos a esos años en donde el mundo estaba paralizado por la amenaza que representaba: el exterminio de todo el mundo. También al deducir la tristeza del científico que la creó.

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