domingo, 3 de septiembre de 2017

Braveheart (1995)

“Freedom!”, posiblemente sea uno de los gritos agonizantes más famosos en la historia del cine. Mel Gibson se reinventó luego de un modesto debut con The Man Without a Face y sorprendió a pocos y extraños gracias a una película de gran duración y poco convencional en aquella década noventera, en donde se hacía películas de todo tipo a excepción de la corte históricas y basadas en hechos reales. 

Posiblemente eso fue el gran detonante para llevarse todos los elogios en la máxima premiación de séptimo arte: los Academy Awards y valgan verdades fue jodidamente merecido viendo la competencia que tuvo en ese año. Posiblemente como director el gran Mel tiene una filmografía muy corta, pero nunca decepciona. 

Cinematográficamente hablando, quizá sus efectos visuales sean muy modestos para la época, pero cuando una película se hace con sentimiento se logran romper todos los parámetros habidos y por haber: el guion es bárbaro, las actuaciones sobresalientes y los diálogos para el recuerdo. Sublime.

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