lunes, 2 de mayo de 2016

Persona (1966)

Ninguna nominación al Oscar.

Persona es considerada para muchos la obra cumbre de Ingmar Bergman. Debo confesar que para mí no lo es ya que la complejidad no siempre es sinónimo de belleza. Prefiero mil veces Wild Strawberries o el El séptimo sello.

Desde el inicio, al ver las escenas breves y aparentemente sin sentido (cámaras y proyectores apagándose y prendiéndose, dibujos animados, un pene erecto y un animal siendo asesinado), el espectador se da cuenta que esta no es una película cualquiera y que entenderla va a ser un desafío muy difícil de salir victorioso. La única parte del inicio que da una pista de qué se trata la película va a ser la escena prolongada del niño que se despierta en un cementerio y luego ve una pantalla que proyecta dos imágenes, dos personas, dos mujeres muy similares físicamente. 

En muchos países la película fue censurada cortando algunas escenas como la confesión de la enferma hacia su paciente y la escena de inicio del pene erecto. 

La película es un poderoso drama psicológico que trata sobre diversos temas (maternidad, la enfermedad, la moral y la locura) en una totalidad. La enfermera al ver la repentina e inexplicable enfermedad de su paciente empieza a cambiar su silencio por sus secretos. Alma (Bibi Andersson) se confiesa a Elisabet (Liv Ullmann) y le cuenta cada uno de sus pecados, al hacerlo sufre porque se arrepiente de ellos. Se puede ver un cambio de rol entre ellas, un cambio de identidad que logra que Alma se escape del límite de la cordura, como consecuencia de la cosa en común en ellas, aparte del físico: mientras Alma abortó luego de participar en una orgía, Elisabet a pesar de que odió la idea de tener un hijo no pudo abortarlo y como pretexto para no verlo decidió sumergirse en el silencio y la inmovilidad.

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