Ninguna nominacion al Oscar.
El director de The Breakfast Club regresa al año siguiente con otra obra maestra, esta vez con él mismo de protagonista, decisión que posiblemente fue una de las mejores que tomó en su puta vida. John Hughes personifica a ese hijo de puta que todo le sale bien, que sin merecerlo consigue lo que jamás pensó, aquella persona llena de confianza y que no sabe la definición de miedo al ridículo, aquella persona que alguna vez todos hemos querido ser.
En verdad nunca una ausencia al colegio resultó ser tan productiva, ¿quién mierda necesita ir al colegio, escuchar temas que no nos interesará jamás y correr por el campo mientras tu profesor está manejando un auto si puedes hacer todas las locuras en un solo día desde engañar para comer en un restaurant burgués, ver el más inusual arte en un museo hasta cantar con playback delante de todos, en medio de la ciudad? Definitivamente su visionado es diversión asegurada.
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