Ninguna nominación al Oscar.
Su visionado es una verdadera delicia. No es tan solo un sucio biopic de posiblemente una de las escritoras que a pesar de haber creado una obra maestra transcental, sea una desconocida más. Es una excelente representación de la Europa del siglo XVII, un mundo conservador, sumergido en el machismo e injusticia, en lo ridículo. Por otra parte, el romance se interpone ante el drama. Los diálogos cargados de los versos más hermosos jamás creados retumban en el odio del espectador, gracias a una Elle Fanning magistral que ya viene demostrando que ha superado a su hermana y con creces. El acentillo inglés es un plus en estos tipos de películas, elegante; mientras que la presencia de la por siempre Arya Stark (Maisie Williams) aunque corta fue refrescante y precisa. Luego de verla es imposible no comprarse Frankenstein o el moderno Prometeo, devorar ese libro y compartir el dolor, la miseria y todos los sentimientos y emociones negativas que surgió el monstruo como protagonista y la autora en la vida real.
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