jueves, 2 de junio de 2016

Belle de jour (1967)

Ninguna nominación al Oscar.

Belle de jour es una de las películas más representativas del cine francés y con mucha justicia. Es un drama potente, tan onírico como real, tan bello como tan despreciable, tan confuso como tan claro, tan Buñuel, tanta poesía, tan genial.

Aunque Luis Buñuel esta vez no utiliza simbologías como en el Perro Andaluz, el espectador se sumerge en una historia aparentemente inexplicable, donde la realidad, los sueños y los recuerdos se unen cual campo magnético.

La película es un excelente análisis del comportamiento humano. La protagonista –interpretada magistralmente por Catherine Deneuve– es una burguesa que se rige por sus principios morales y su buena educación; está casada con Pierre, un hombre ejemplar, que la ve a ella como una muñeca intocable, que la protege y la venera. Un punto importante son los sueños que tiene, el espectador se da cuenta que siempre sueña siendo sometida, humillada, golpeada, hasta con algunas escenas de sexo. Aparentemente no se encuentra una explicación lógica a esta fijación, pero la gran pista que nos da el director es aquella escena de flash back donde aparece ella de niña sentada en las piernas de su padre, mientras este la manoseaba, generando un trama que fue creciendo. Cansada de su vida rutinaria, donde lo tenía todo pero no era feliz y gracias a un comentario mal intencionado de un amigo suyo –el cual le cuenta sobre la prostitución y la casa de citas que visitaba– decide ingresar en ese mundo totalmente desconocido para ella. Rápidamente se hace experta en el oficio y su felicidad empieza a nacer. Ávidamente se transporta del mundo de la fantasía (prostíbulo) al mundo real (su casa y su esposo). La escena final donde muestra a su esposo en estado vegetativo y a ella feliz, demuestra que por fin ya no lo ve como un ser perfecto, ahora ella podía cuidarlo, se sentía humana. Cuando ella se va a la ventana y en vez de ver un barrio urbano, ya que vivían en medio de la ciudad, observa un campo y en el camino divisa el carruaje que es conducido por dos sujetos, los mismos que aparecen en el inicio de la película y de pronto su esposo se despierta como si nada hubiera pasado, aquella escena es una firma del director, en donde nos hace preguntar a nosotros mismos si lo que hemos visto ha sido un conjunto de sueños uno tras otro o algo de eso ha sido la realidad.

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